Centro cultural y deportivo, rua Clélia, 93 Pompéia São Paulo - SP
año de edificación: 1977
Entrando por primera vez a la entonces abandonada Fábrica de Tambores de Pompéia, en 1976, fue que me despertó la curiosidad, en vista de una eventual recuperación del local en un centro de ocio, fueron aquellos galpones distribuidos racionalmente conforme a los proyectos ingleses de comienzos de la industrialización europea, de mediados del siglo XIX. Aunque lo que me encantó fue la elegante y precursora estructura de concreto. Recordando luego al pionero Hennebique, pensé luego en no conservar la obra. Fue así el primer encuentro con aquella arquitectura que me causó tantas historias, siendo consecuencia natural de tener que haber sido de un trabajo apasionante.
La segunda vez que estuve ahí, un sábado, el ambiente era otro: no existía más la elegante y solitaria estructura Hennebiqueana, sino que un público alegre de niños, madres, padres y ancianos que pasaban de un pabellón a otro. Los niños corrían, los jóvenes jugaban fútbol debajo de la lluvia que caía de los tejados rotos, riendo, dándole chutes a la pelota en el agua. Las madres preparaban sándwiches en la entrada de Rua Clélia; un teatro de muñecos funcionaba cerca de la misma, lleno de niños. Pensé: esto debe continuar así, con toda esa alegría. Volví muchas veces, los sábados y los domingos tratando de fijar aquellas alegres escenas populares.
La segunda vez que estuve ahí, un sábado, el ambiente era otro: no existía más la elegante y solitaria estructura Hennebiqueana, sino que un público alegre de niños, madres, padres y ancianos que pasaban de un pabellón a otro. Los niños corrían, los jóvenes jugaban fútbol debajo de la lluvia que caía de los tejados rotos, riendo, dándole chutes a la pelota en el agua. Las madres preparaban sándwiches en la entrada de Rua Clélia; un teatro de muñecos funcionaba cerca de la misma, lleno de niños. Pensé: esto debe continuar así, con toda esa alegría. Volví muchas veces, los sábados y los domingos tratando de fijar aquellas alegres escenas populares.
Lina Bo Bardi
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